¿Por qué precisamente este árbol? Porque Judith, nuestra profesora, es de Casas del Monte, un pueblecito del valle del Ambroz, donde se dan muy bien estos frutales. El padre de Judith, Eugenio García, experto en el cultivo y cuidado de frutales, nos proporcionó estos dos árboles, además de ayudarnos en nuestra investigación sobre los cerezos, ya que vino personalmente al colegio el mismo día de la plantación y se prestó a contestar a nuestras dudas y preguntas.
Entre todos, cavamos, sacamos algunas piedras e introdujimos los plantones en los hoyos. Añadimos tierra buena para que los árboles expandieran mejor sus raíces y finalmente los regamos.
Y como si el día quisiera ayudarnos a mantener la humedad del suelo, una suave llovizna nos devolvió a todos a clase… la plantación de árboles había terminado.
Y como si el día quisiera ayudarnos a mantener la humedad del suelo, una suave llovizna nos devolvió a todos a clase… la plantación de árboles había terminado.
Ahora está en nosotros procurar que los árboles tengan su cuidado y prosperen. Y así, cuando dentro de algunos años los niños y las niñas de futuras generaciones jueguen bajo su sombra, quizá recuerden que otros niños y niñas, en el Año Internacional de los Bosques, fueron “sembradores de paz”
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